En Enduro21 charlamos con David Palmada, a quien seguramente conocerás más por sus divertidas ‘putivueltas’ del Dakar a través de su perfil Pelut Wall en redes sociales. El mecánico del Bages, todo un personaje y leyenda en el vivac, nos cuenta sus 21 ediciones en esta carrera, cómo trabaja en sus motos, cuál ha sido la época más dorada del rally para él y qué opina de la actual carrera en Arabia Saudi…

Si eres aficionado a seguir el Rally Dakar en las redes sociales, lo más probable es que el personaje de ‘el Pelut’ no necesite ningún tipo de presentación para ti. El carismático mecánico (y también experimentado escalador) de Manresa, ha creado a una legión de fans y ‘adeptos’ que cada noche, espera ante su móvil (o tablet) las populares y seguidas ‘putivueltas’, paseos donde descubre de forma amena el día a día de la carrera y el vivac, más allá de los encorsetados resúmenes diarios de las cadenas de televisión.

Un personaje tan auténtico que ha contagiado a sus seguidores con palabras de creación propia como ‘rata muerta’ o ‘sambarinait’ como parte del universo Dakar de sus ‘putivueltas’ por el vivac. Lo cierto es que, con 21 ediciones a sus espaldas, Pelut las ha visto y vivido de todos los colores en el Rally Dakar, desde tener que ayudar a rehacer el motor de la KTM 690 Rally de Nani Roma media hora antes de que entrara en la especial, hasta ver como la carrera está perdiendo la mágica esencia que tenía en África en el pasado, un escenario que como buena ‘Rata Muerta’ añora.

Más allá de que nunca sepas si bromea o realmente habla en serio, Pelut nos cuenta cómo empezó todo en el Dakar, cuáles han sido épocas en las que más ha disfrutado, cuán diferente es trabajar en las actuales motos que en aquellas enduro o trail que se adaptaban para competir en la prueba más dura del mundo y, de paso, nos brinda algún ‘puticonsejo’ para que la moto no te deje tirado en una carrera de larga duración como esta…

Buenas Pelut, primero de todo, ¿cuéntanos como es un día a día tuyo en el Dakar?

Pelut Wall: “Normalmente me levanto entre las 3 y las 4 de la mañana, arranco las motos y me tomo un café en el hospitality del equipo mientras voy abriendo los ojos. Luego toca barrer, recoger todo el chiringuito (carpas, suelos, herramientas, etc.) y cargarlo en el camión. Esto suele llevarnos entre una y dos horas”.

“Arrancas el camión y, en la etapa que menos, haces unos 500 kilómetros para llegar al siguiente vivac y volver a montar todo el chiringuito. Luego, sin tiempo para comer, ya tienes al primer piloto allí”.

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“Automáticamente, yo paso de ir a comer, porque soy un ‘rata muerta’ y no me gusta, así que empiezo a hacer la moto de mi primer piloto. Desmonto toda la moto, la limpio completamente, limpio las diferentes piezas, quito el aceite, los filtros, filtro de aire, ruedas y todo lo que sea necesario. Cuando acabo, me estoy a punto de desmayar, como cualquier mierda, y hago lo mismo con la segunda moto”.

“Una vez acabadas las dos motosk volvemos a recoger parte del chiringuito y me voy a hacer la ‘putivuelta’ para despejar un poco el cerebro, hasta que me entra el sueño y duermo hasta las 3 de la madrugada, que me toca volver a despertarme”.

¿Qué es lo que más y menos te gusta de hacer como mecánico en el Dakar?

“Lo que más me gustaba, que no gusta, es saber que estoy trabajando en condiciones duras y con el tiempo echándose encima. Saber que tengo el tiempo justo por la noche para arreglar una moto que no funciona, mientras puede que haya tormenta de arena… Esa sensación de que puedo más que la media y que haré que el objetivo se cumpla. Que no es otro que mi piloto y su moto lleguen al final del Dakar junto con todo el equipo. Y todo eso sin importar que esté cansado, enfermo o que me haya reventado una mano con un martillo”.

“En el Dakar no se para, soy como una máquina. Esta es la sensación que más me gusta, el hecho de sentir la mecánica”.

“Lo que menos me gusta son las etapas de descanso cuando todo el mundo está por allí y no te dejan trabajar, te ponen más presión y no puedo conectar conmigo mismo para encontrarme a gusto con la moto”.

“Esa sensación de estar yo, solo con la moto, la tenía en África. Allí es donde más tranquilo estaba, no había tanta gente y era una carrera menos mediática”.

“Allí empezó toda mi historia Dakariana hasta ahora, 21 ediciones”

“A parte de la comida del vivac, que es una mierda, lo que menos me gusta ahora es que es exactamente eso, una carrera más mediática”.

¿Qué rutina sigues con las motos después de cada etapa?

“Si todo ha ido bien y el piloto me dice que no ha pasado nada, lo primero que hago es desmontar toda la moto, hacerle un chequeo general, mirar que no haya fugas de aceite, que no tenga nada roto, cables pelados, tornillos flojos… Luego toca limpiarla, engrasarla y dejarla bien reluciente”.

“Después, paso a hacer los cambios de aceite, filtros de aceite, filtro de aire, filtro de gasolina, compruebo las bombas de gasolina, todos los mandos y hago una revisión a los frenos. Reviso las pastillas y el líquido de freno y embrague. Cada dos o tres días acostumbro a cambiar los líquidos de embrague y freno”.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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“También compruebo las ruedas mirando que todos los radios estén bien apretados. Si tiene algún golpe la llanta, intento enderezarla”.

“Luego miro que todos los adhesivos de la moto estén bien pegados, si hay alguno que está un poco mal, se cambia por un tema de imagen de espónsor”.

“Por último, reviso toda la torre y los instrumentos de navegación para ver que todo funciona y está impecable. También saco el aire de la horquilla cada día y un largo etcétera sobre el que podría estar rajando horas…”

“Básicamente es un chequeo general del mantenimiento de la moto para asegurarme de que sale perfecta a la siguiente etapa”.

¿Las motos modernas facilitan el trabajo?

“Las motos modernas facilitan muchísimo el trabajo. Yo me considero un afortunado de poder haber trabajado directamente con KTM en fábrica en las épocas en las que las motos no iban tan bien y se estaban desarrollando. Íbamos a Mattighoffen, allí es donde acabamos creando la moto actual”.

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“Por lo tanto, puedo decir que las motos modernas nos hacen la vida mucho más fácil porque es una moto muy buena, concretamente estoy hablando de la KTM Rally, que es en la que más he trabajado. Hace que todo sea fácil, fiable y que tengas una calidad de vida en la carrera inmejorable”.

“He trabajado con otras marcas y puedo asegurar que, la calidad de vida, no es que sea tan alta en la carrera, sino que no existe. Te pasas todas las noches trabajando porque cada día se rompen cosas. En las KTM, tengo una confianza plena en el material porque lo conozco, he trabajado mucho con él, sé apurar los límites del material y eso me da una tranquilidad y una calidad de vida inmejorables”.

“Por lo tanto, sí, las motos modernas nos facilitan mucho el trabajo”.

¿Cómo se compara trabajar con una 450 actual en hacerlo con una 690 de las de antes?

“A la hora de trabajar con un modelo u otro me es exactamente igual, nos vendieron la historia de que iban a bajar la cilindrada por un tema de seguridad, por un tema de velocidad, ya que la gente se estaba matando”.

“Pensaron que con una cilindrada más pequeña sería más fácil para la gente, ya que serían motos más pequeñas y ligeras. No es verdad, las KTM 450 están haciendo puntas de 187/190 kilómetros por hora, por lo tanto, la velocidad sigue siendo la misma”.

“No me importa trabajar en una moto o en otra, porque al final llevan los mismos componentes, hay cosas que son más fáciles o difíciles con una u otra, pero eso es todo”.

“Lo que sí puedo decir es que si me das a elegir entre la bicilíndrica que hice en su momento con Isidre Esteve y la 450 que llevo ahora, prefiero la que tengo ahora por mi calidad de vida durante la carrera. La bicilíndrica me daba muchísimo trabajo y la cuatro y medio es una moto que, por decir algo, en una hora y media puedo cambiarle el motor”.

“Al final como mecánico me estás pagando igual, por lo que prefiero trabajar lo menos posible y que la moto me dé los menos problemas posibles”.

¿Algún truco que creas básico para hacer en la moto y poca gente hace?

“Para mí, lo más importante a la hora de correr un Dakar, y cualquier otra carrera de larga duración, el secreto está en llevar una moto muy bien hecha desde casa. Si traes la moto perfecta, desde casa a la carrera, te facilitará mucho el trabajo”.

“Si traes una moto echa una mierda, como la mayoría de los pilotos aquí, que traen una moto que le han repasado cuatro cosas, cada día sale un problema nuevo que. lo que hace, es retrasarte más el trabajo”.

“Yo puedo decir que, en este Dakar, dos de las motos en las que trabajo, las he hecho en casa y no tienen ningún problema. No porque yo sea un dios y el puto amo. No. Sino porque he hecho un trabajo previo, comprobándolo todo, con todo el tiempo del mundo, en mi casa”.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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“Si veo un cable pelado, lo sustituyo. Si hay algo que no me gusta o no está bien, lo limo, lo cambio o lo pulo hasta que me gusta. En carrera no tienes todo este tiempo. Por lo que, cada vez que sale un problema así, son horas que pierdes y las horas que tienes en carrera son para hacer mantenimiento general”.

“El secreto está en traer una moto que esté perfecta. Que tengas que cambiar aceite, filtro y lo que necesites, pero que no haya una rosca pasada que el primer día salte. Yo me conozco estas motos, se dé donde suelen pecar, y antes de venir aquí es lo que miro y si veo algo que no me gusta lo cambio. De esta manera la moto siempre está casi al 100%”.

¿Cómo empezaste en el Dakar?

“El Dakar es una carrera que siempre me había gustado. Iba a la EGB y ya llevaba pegatinas del Dakar en la carpeta. Carpeta que encontré el otro día y todavía las tiene, además de una del camión bicéfalo de De Roy con 2000cv y alguna otra de la moto de Carlos Mas y de Jordi Arcarons”.

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“Siempre me ha gustado la mecánica y lo que tengo claro es que soy un tío que nunca ha ido a modas. No tengo modas, lo que me gustaba, me sigue gustando y me gustará siempre. Me gustaba el’ heavy metal’ y me sigue gustando; me gustaba llevar el pelo largo y sigo llevando largos los pocos que me quedan”.

“Con las motos igual, primero quería ser pastelero y trabajé de ello hasta que empecé a hacer de mecánico. Eran los dos oficios que quería tener y así sigo. No voy a modas”.

“Empecé trabajando con 16 años en Marsimoto, en Manresa (Cataluña), que era el importador de KTM en España, y desde el primer día que pisé aquel taller empecé a ir a las carreras de enduro”.

“Mis maestros fueron los hermanos Higuera, Felipe y Jordi, los actuales fundadores de HRG suspensiones. Tuve la suerte de que son unos grandes profesionales y todo lo que sé, y mi manera de trabajar, se la debo a ellos”.

“Más adelante tuve la oportunidad de empezar a hacer motos del Dakar, allí en el taller, con Felipe, las Kawasaki de Álvaro Bultó y Xavi Riba, que fueron las primeras que preparé para esta carrera. No fui a esa edición, pero después me empecé a mover con Carlos Mas y el Objetivo Dakar, hasta que salió el proyecto de Isidre Esteve y Ara Lleida”.

“No había suficiente presupuesto y tuve que hacer equipo y compartirlo con Carlos de Gavardo, y aquel Dakar de 1996 fue el primero para mí. Las dos motos llegaron a meta e Isidre fue el mejor ‘rookie’, y con De Gavardo ganamos la categoría maratón”.

“Allí empezó toda mi historia dakariana hasta ahora, 21 ediciones”.

Has vivido las tres etapas en suelo africano, Sudamérica y Arabia Saudí, ¿qué destacas de cada una?

“He tenido la suerte de vivir esas tres etapas. En África era esencia pura y fue la aventura de mi vida, como aquellos Dakar no he hecho ninguno más”.

“El Dakar de mi vida estaba en África. Lo que he vivido allí, no lo he vivido en ningún otro sitio. Íbamos en un coche de asistencia preparado. Yo iba un mes antes a Mattighofen para hacer las motos, con una pasión y unas ganas por ganar la carrera increíbles. Trabajábamos muchísimo”.

“Una vez acabadas las motos y cuando todo el mundo estaba en navidad con la familia, yo estaba con Manel Salinas y Alejandro Sanz haciendo los coches, cuando no eran los Patrol eran otros, montando los ‘baquets’, preparando mi coche de asistencia, mi propio coche, con el que yo iba por la pista y formaba parte de la carrera. Íbamos muertos, cinco días sin dormir, cuando no pinchabas, rompías algo, había arena, de repente el camión de KTM se rompía o se atascaba y no llegaba… Esos han sido los Dakar más auténticos que he vivido nunca”.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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“Trabajábamos todas las noches. Todavía me acuerdo de cuando el Josep, ‘el Timbaler’, era mecánico de Nani Roma y se pasó toda una noche cambiando el motor y, media hora antes de salir, por la mañana, arrancaron la moto y se reventó todo el motor. Todos fuimos allí en masa para trabajar en equipo, cambiar el motor de Nani y que pudiese salir”.

“Eso ahora no pasa, las mecánicas van mucho mejor y es otra historia. Lo que yo he vivido allí solo, como una rata, y sin camión de asistencia, haciendo allí las motos de Isidre y De Gavardo, solo con una manta en el suelo, dos cajas de herramientas y cuatro ruedas. No había compresor para soplar, no había luz, no tenía nada. Para mi, esos han sido los Dakar más intensos que he vivido”.

“Después, llegó la calidad de vida hasta hoy en día, que tengo ducha y cagadero en mi camión, además de carpa, fisio y todo lo que pueda necesitar. Soy el puto amo ahora mismo, por lo que los mejores Dakar están en África”.

“En Suramérica fueron los mejores Dakar en cuanto a calor humano y sentirme súper importante y querido en la carrera. pasábamos horas y horas conduciendo en los enlaces y no me cansaría nunca, parabas en las gasolineras y la gente se volcaba contigo. Fue increíble, y lo que he vivido en Suramérica, tampoco lo viví en África. La carrera te hacía sentir muy vivo, trabajabas muy motivado, tenías ganas de hacer kilómetros por esos paisajes increíbles el próximo día, fue brutal”.

“Arabia no me gusta. No me gusta nada. No me gusta su cultura ni el país. No nos quieren aquí, es un tema de dinero, aunque tampoco hay tantos sitios para hacer la carrera. Si me preguntas a nivel personal, no me gustan los países con este tipo de cultura donde no tratan a las mujeres por igual, donde tienen una religión y unas leyes muy estrictas que no comparto.

"Creo que la vida es mucho más que eso, lo respeto por que lo tengo que respetar, pero no me parece bien. Me siento una persona extraña en un país donde no me quieren, donde no hay público, donde hago kilómetros y kilómetros sin que haya nadie. Lo único con lo que me quedo es con el paisaje de las dunas, que es realmente es bonito. El resto no lo quiero ni en pintura”.

“Estoy aquí por un tema de romanticismo con el Dakar, por seguir trabajando aquí y decir que he hecho 21 ediciones del Dakar. La aventura se quedó en África; la pasión y la emoción en Suramérica; y esto, para mí, es una basura”.  

 

 

Fotos: Enduro21 + Pelut Wall